Claret Serrahima, Oscar Guayabero (Avui, 25 de mayo de 2010)
Podemos encontrar otras maneras de celebrar Sant Jordi, tenemos librerías de viejo, hay mercados de intercambio de libros, el 'bookcrossing', festivales y ferias de libros artesanos ...
Hace unos días se celebró la innegable día nacional de Catalunya, Sant Jordi. Más allá de eventos turísticos, Sant Jordi saca la gente a la calle armados con libros y rosas. Nada se puede decir en contra de esta imagen. Debemos felicitarnos de poder contar con un día así. Ahora bien, quisiéramos hacer un poco de balance, recordar los orígenes y si nos es posible aportar algo para que Sant Jordi no derive hacia un acto consumista sin sentido.
Ya casi nadie dice que Sant Jordi es el día de los enamorados en Cataluña, porque conviene duplicar fiestas y San Valentín necesita que consumamos. Tristemente, no es la fiesta de la literatura sino que es, tal como estableció la Unesco en 1995, el Día Mundial del Libro y los Derechos de Autor, que parece lo mismo pero no lo es. Sería como si el día de la música fuera el día del CD y del copyright. Es curioso porque se escogió este día para conmemorar la muerte, el 23 de abril de 1616, de William Shakespeare y Miguel de Cervantes. Que se sepa, ninguno de los dos recibió mucho dinero de derechos de autor. Ahora bien, nadie duda de su valor literario.
En todo caso, parece que hemos perdido la celebración del amor y de la literatura y los hemos sustituido por el fomento de la compra de la rosa y el libro. Hemos pasado de creer en dragones a salir de compras. Este año se han vendido unos 6 millones de rosas y, según el gremio de libreros, la facturación ha sido de unos 20 millones de euros, un 7,6% del total anual del sector. Las cifras provocan chiribitas en los ojos de los economistas, pero a menudo esconden efectos colaterales.
Por ejemplo, no nos dicen que la mayor parte (un 83%) de las rosas que se comercializan en Catalunya son de importación y proceden, sobre todo, de Holanda, Colombia y Ecuador. De las nacionales, menos de un 10% son de la comarca del Maresme y el resto son de Alicante y de Canarias. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que la mayoría de flores que vienen de Holanda están producidas fuera, sobre todo en África. Hay que preguntarse si tiene sentido celebrar el día de la rosa si sólo tenemos cultivo para abastecer un 10% de la demanda. El gasto energético para que rosas de Colombia o Zimbabue nos lleguen en buenas condiciones haría palidecer al mismo dragón.
Por otra parte, hace ya unos años que irrumpieron en el mercado del libro de Sant Jordi los llamados libros mediáticos. Se habló bastante, se criticaron, los escritores protestaron, pero la maquinaria del marketing ha acabado imponiendo estos productos. Es difícil luchar contra la omnipresencia de los locutores y humoristas televisivos. Tanto es así que se ha establecido como una categoría más. Se habla de ficción, no ficción, juvenil y mediáticos, cada una con su versión en catalán y castellano. Ahora bien, si resulta que El viaje al poder de la mente, de Eduard Punset, ha sido el libro más vendido tanto en castellano como en catalán y tenemos en cuenta que Punset es sobre todo un personaje televisivo ¿no se puede incluir el libro de Punset como mediático?
No seremos quien ponga en duda la calidad de los textos del divulgador científico, pero tal vez es verdad lo que dicen que en Sant Jordi se venden los libros hechos para los que no les gusta leer. Hay quien dirá que aunque sea malo siempre es mejor leer un libro que no hacerlo, y es cierto, pero si el libro son las memorias de un futbolista que no pasa de los 20 años y que no ha hecho nada más que entrenar, no estamos seguros de que aporte gran cosa al lector. Parece más un libro para comprar, regalar y que quede en la estantería criando ácaros. No somos literatos elitistas, pero tal vez un llamamiento a la calidad sería deseable.
Creemos que los editores tienen una sensibilidad especial hacia la literatura y la cultura y no siempre es así. Un editor es un empresario y su prioridad es tener beneficios, cosa lícita, pero que a menudo choca con términos de calidad y coherencia. Un ejemplo es la vida de los libros en stock, si no hace mucho años podías encontrar libros editados hacía décadas, ahora es difícil, ya que los editores retiran los libros al cabo de dos o tres años para destruirlos o ponerlos portadas nuevas o simplemente sustituirlos por nuevas publicaciones. Todo ello, sin que la calidad literaria sea el criterio para publicar.
Respetar las tradiciones no puede convertir un día de fiesta en un problema para el planeta y un simple espectáculo de libros televisivos. Hay que liberar Sant Jordi del dragón del mercado, quizá sea la princesa quien lo salvará diciéndole que no necesita rosas de Ecuador ni libros vacíos de literatura. Podemos encontrar otras maneras de celebrar Sant Jordi, tenemos librerías de viejo, hay mercados de intercambio de libros, el bookcrossing, festivales y ferias de libros artesanos. Hay cientos de flores que se cultivan aquí mismo, el campo está lleno de silvestres. Si lo que queremos es celebrar el amor y la literatura regalames tiempo a nuestra pareja para que pueda leer ese libro que hace años que se le resiste.
http://www.guayabero.net/publicaciones/articulos/cultura-y-medios/articulo/salvemos-al-dragon.html