Claret Serrahima, Oscar Guayabero (Avui 10 de Noviembre de 2011)
Martí Peran: "Llegados a este extremo, ya es imprescindible atascar los circuitos que aún confían en la recuperación interna del sistema económico. No se trata de redefinir los protocolos del consumo para mantener la lógica del crecimiento, sino todo lo contrario: abrir sin tapujos una ruta decreciente. "
Ahora que se acerca el frío invierno la naturaleza nos da una lección anual de austeridad extrema. Los bosques se quedan en la mínima expresión para que las heladas no puedan quemar las hojas y para concentrar toda su energía a sobrevivir hasta la primavera. Se podría decir que la naturaleza decrece para poder volver a florecer. Si acumulas año tras año flores, hojas y frutos no sería sostenible, el crecimiento infinito no es natural. Haciendo una asociación libre, la exposición de Perejaume en la Fundación Catalunya Caixa de La Pedrera es una lección similar. En una de las piezas expuestas se puede leer "Hacer una escultura es, a estas alturas, deshacerse otra". Justo esta idea de equilibrio entre lo que usamos y lo que aportamos al entorno, es una de las lecciones de Perejaume.
El comisario, Martí Peran, ha hecho una selección de piezas, algunas nuevas y muchas de conocidas, para crear un nuevo discurso, huir del exceso, buscar el difícil camino y más desde la creación, de la proliferación de obras sin fin. O quizás no es nuevo, es un antiguo discurso que hemos olvidado. El título ya lo dice casi todo "Ay, Perejaume, si veías la muchedumbre de obras que te rodean, no harías ninguna nueva!"
Es una buena exposición para pasar el invierno, el meteorológico y el del ciclo económico, político y social que nos toca tragarnos. Del largo invierno que nos viene encima se pueden discutir las razones que lo han traído, se puede estar en desacuerdo con los métodos que se nos proponen para calentarnos. Lo que no hay duda es de su existencia y crudeza. Para poder pasarlo nos habrá que ir bien equipados. Y eso no quiere decir muy equipados, sino justamente provistos con lo que es imprescindible, porque no sólo tendremos que sobrevivir al frío, sino que tendremos que andar, y mucho, en busca de nuevos territorios. Debemos buscar nuevos modelos, como dice Martí Peran: "Llegados a este extremo, ya es imprescindible atascar los circuitos que aún confían en la recuperación interna del sistema económico. No se trata de redefinir los protocolos del consumo para mantener la lógica del crecimiento, sino todo lo contrario: abrir sin tapujos una ruta decreciente. "
Las crisis son buenas oportunidades si entendemos las razones que las han generado y actuamos en consecuencia. Si los actuales gestores pretenden simplemente recortar presupuestos y reducir actividades, espacios y personal, no habrán abordado la base del problema. Europa se ha de adelgazar. Somos obesos en pretensiones, en estructuras hechas al servicio de la política y no de la cultura, y gordos en la propia producción cultural. Hay demasiada cultura? No, no es este el problema. Hay demasiada escenificación cultural, que es bastante diferente. Es decir, se ha hecho énfasis en las piedras por encima de los contenidos. Ha habido menos ayudas a la creación emergente y más edificios emblemáticos. Demasiadas exposiciones que no son itinerantes, demasiadas producciones teatrales que solo se estrenan, demasiados libros que nadie lee, demasiadas películas que no se ven en las salas de cine ... No se trata de buscar la rentabilidad económica de la cultura, sino de racionalizar los recursos y amortizar social y culturalmente las ayudas dados. Quizá sería mejor hablar de inversiones.
Hagamos dieta, seamos austeros. Los museos están alargando los calendarios expositivos por necesidad, pero hagámoslo por estrategia. Los montajes están buscando el aprovechamiento de recursos por obligación, pero hagámoslo por convencimiento. Habría obligar a los arquitectos a presentar un plan de reutilización o al menos reciclaje de sus montajes expositivos. Ya hace tiempo que se habla del decrecimiento, antes parecía un exotismo neohippy, pero ahora se convierte en el único camino posible para pasar el invierno. Aprovechamos esta lección que nos deja Perejaume (y que nos perdone nuestra interpretación subjetiva, prosaica y quizás de corto calado intelectual) para revisar los parámetros con los que creamos, valoramos e invertimos en cultura.
Nada mejor que un paseo por el bosque de otoño para darse cuenta de que no se trata de ocupar la naturaleza con cultura sino de ocupar la cultura con naturaleza. Tan sólo hay que observar la naturaleza con una mirada humanista para que el bosque, el prado o el acantilado sea cultura y nos dé lecciones a cada paso.
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