Cultura y medios

Ahora los castellers

Claret Serrahima/ Oscar Guayabero (Avui, 13 de octubre de 2011)

Señores responsables de turismo y cultura popular, por favor, dejen en paz los grupos castellers, los esbarts de danza y los grallers, el baile de gitanas y de bastons, los diables y los raiers, los pescadores de L'Escala y los gegants.

En Cataluña ya hemos explotado turísticamente el sol y playa, Gaudí, el barrio Gótico, las Ramblas, la bebida barata, el románico, la gastronomía, Dalí, los calçots, la Patum, la Sagrada Familia, la Barceloneta, el Barça, el enología, el Sitges gay, Ferran Adrià, el modernismo, los sombreros mexicanos y tantas otras cosas. En cada caso, lo que se convierte en turístico deja de ser importante por sí mismo y acaba siendo tan sólo un vehículo para conseguir promoción y finalmente más turistas. A partir de ese momento deja de importar el origen, la realidad social que le rodea, la veracidad del relato que se promociona, las sutilezas de su historia, etc. Sólo importa que sea atractivo para los turistas.

Tal como ha ocurrido en otros aspectos de la sociedad civil, las instituciones públicas toman las tradiciones y se las apropian por intereses diversos, para promocionar la identidad nacional o el turismo o las dos cosas. Un ejemplo son las setas: una larguísima costumbre que ha generado desde gastronomía hasta leyendas propias. Alguien decide que hay que promocionarlos por todo aquello del turismo rural, se supone. Se hace un programa de televisión, suplementos en los periódicos con guías para encontrar setas, etc. Ir a "cazar" setas se masifica, se hace fácil, como en un parque temático se vende como una aventura y al mismo tiempo se desvincula del territorio. Todo ello, ha provocado que haya más boletaires que setas. Y así con todo.

Ahora parece que toca a los castellers, una tradición que hay que defender pero que corren el peligro de convertirse en nuestros sanfermines. Para la gente de Valls, Reus, Vilafranca y buena parte de Tarragona y Cataluña es un patrimonio recuperado a duras penas. Se ha convertido en motivo de orgullo y ha recibido el reconocimiento internacional como patrimonio inmaterial de la humanidad. Asimismo en muchos pueblos y ciudades es un elemento de cohesión social y de integración de los recién llegados. Pero ... ¡ay!, ya le están haciendo un monumento detrás del ayuntamiento, ya tenemos Josep Bargalló, ex vicepresidente del gobierno y ex director del Institut Ramon Llull remodelando el concurso de Tarragona para hacerlo más atractivo para los turistas. Ya tiene un programa en el Canal 33. Puede parecer que les hacen un favor, pero ¿los peligros son mayores que las ventajas?

Contraatacar tópicos
Quizás el "fet casteller" es sólo un ejemplo, la punta de un iceberg. La llamada cultura popular, es decir, las tradiciones locales que han persistido o se han recuperado son el nuevo caramelo de las agencias de promoción turística institucionales. Ellos lo llaman "hacer país", porque pueden contraatacar los tópicos españoles del flamenco y los toros, pero es exactamente el mismo error de base: pensar que los tópicos venden país cuando es la complejidad la que genera atractivo.

Sin el turismo, el debate de los toros en la Monumental hubiera acabado hace años porque aquí no había suficiente público para rentabilizar la plaza. En Tarragona en la plaza de toros ahora se hacen castells. Se pueden vender entradas, se ven más cómodamente, pero tiene más de circo romano y menos del pueblo haciendo piña para levantar el castillo. Cuando la cultura, sea o no popular, es espectáculo todo vale para hacerlo más atractivo y hay muchos números que por el camino se pierda parte de su razón de ser, lo que hace que haya arraigado, que tenga sentido , que sea tan emocionante como es.

Ya ha pasado en otros casos, los barceloneses hemos dejado de ir a la Rambla, hemos dejado de visitar el Modernismo e incluso el románico del MNAC. Huimos de Lloret y de la Patum por las mismas razones. Tomar un arroz en la Barceloneta ha pasado a ser una tarea pesada esquivando las paellas precocinadas.

Señores responsables de turismo y cultura popular, por favor, dejen en paz los grupos castellers, los esbarts de danza y los grallers, el baile de gitanas y de bastons, los diables y los raiers, los pescadores de L'Escala y los gegants.

Dejemos que de manera natural las tradiciones permanezcan, renazcan, mueran o se renueven, pero no intentamos que sirvan para atraer turistas de manera forzada y artificial. Que los guiris se adapten, si quieren, a lo que hay y no adaptamos lo que ya hacemos a las necesidades de las agencias de tour operators.

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