Claret Serrahima / Oscar Guayabero (Avui, 27 de agosto de 2009)
Como estamos medio de vacaciones, pasando la canícula tan quietos como nos es posible, esta vez, en lugar de escribir hemos decidido leer:
"Uno de los espectáculos más estremecedores que puede haber es, ciertamente, el aspecto general de la población .....*, gente horrible de ver, macilenta, amarillenta, curtida. ¿Acaso no es ..... un extenso campo sacudido incesantemente por una tormenta de intereses bajo la que se arremolinan un cosecha de hombres que la muerte siega mucho más a menudo que en ningún otro lugar y que siempre renacen igualmente apretados, y sus rostros sinuosos, retorcidos, rezuman por todos los poros el espíritu, los deseos, los venenos que les llenan el cerebro? No son rostros, sino más bien máscaras: máscaras de miseria, máscaras de gozo, máscaras de hipocresía, todas extenuadas, todas impregnadas de las señales imborrables de una angustiosa avidez. ¿Qué quieren? ¿Oro o placer?
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Algunas observaciones sobre el alma ..... pueden explicar las causas de su fisonomía cadavérica, que sólo tiene dos edades, la juventud y la caducidad: juventud pálida y carente de color, caducidad maquillada que pretende mostrarse joven. A ..... todo humea, todo se enciende, todo brilla, todo hierve, todo quema, se evapora, se desvanece, se vuelve a encender, centellea, chasquear y se consume.
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A fuerza de interesarse por todo, el ..... acaba no interesándose por nada. [...] En efecto, indiferente el día anterior ante lo que le entusiasmará el día siguiente, el ..... vive como un niño sea cual sea la edad que tenga. Se queja de todo, se consuela con todo, se ríe de todo, lo olvida todo, lo quiere todo, lo prueba todo, lo toma todo con pasión, lo abandona todo con indiferencia: sus reyes, sus conquistas, la su gloria, su ídolo, tanto si es de bronce como de vidrio, y similar lanza las medias, los sombreros y la fortuna.
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.....! Se entrega a impulsos que hacen que se retuercen, engorde, adelgace, palidece, brote en mil elegidos de voluntad creadora. Luego, su placer, su reposo, es una desenfreno fatigosa, de piel morena, de negros bofetadas, lívida por la embriaguez o amarillenta por la indigestión, que sólo dura dos días, pero que toma el pan del futuro, el comida de la semana, los vestidos de la mujer, los pañales del bebé todos andrajosos.
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....., Saluda al Rey de la actividad. ....., Que sometió el tiempo y el espacio. Sí, saludáis esta criatura compuesta de salitre y de gas que proporciona hijos de ..... durante sus noches laboriosas y vuelve a multiplicarse a lo largo del día su persona para el servicio, la gloria y el placer de sus conciudadanos. ..... Nada se le hace pesado! Siempre camina recto, encuentra su patriotismo ya hecho en el diario, no contradice a nadie, grita o aplaude como todo el mundo y vive como una golondrina.
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Los comerciantes al por mayor y sus ayudantes, los empleados, la gente de la pequeña banca y de gran probidad, los villanos, los acólitos, los dependientes y los mozos, los pasantes del secretariado judicial, del procurador, el notario, en definitiva, los miembros que actúan, piensan, especulan de esta pequeña burguesía que trincha los intereses de ..... y vela por su grano, acapara los artículos, almacena los productos fabricados por los proletarios, entatxona la fruta de ....., el pescado de mar, los vinos de cualquier costa estimado por el sol.
[...]
Por encima de esta esfera vive el mundo de los artistas. Pero aquí también los rostros, marcados con el sello de la originalidad, son rasgados noblemente, pero rasgados, fatigados, sinuosos. Desbordados por la necesidad de producir, dominados por sus costosas fantasías, consumidos por su genio devorador, hambrientos de placer, los artistas de ..... desean, todos ellos, recobrar con el trabajo inmoderado las lagunas que ha dejado la pereza, e intentan en vano de conciliar la vida social y la gloria, el dinero y el arte. Cuando empieza, el artista se queda continuamente sin aliento bajo el yugo del acreedor; sus necesidades engendran deudas, y las deudas le quitan las noches ..... La competencia, las rivalidades, las calumnias asesinan aquellos talentos. Los unos, desesperados, caen al abismo del vicio, otros mueren jóvenes e ignorados por haber confiado demasiado deprisa en su futuro. Pocas de estas figuras, originalmente sublimes, se conservan bellas. Por lo demás, la belleza resplandeciente de sus jefes permanece incomprendida. Un rostro de artista es siempre exorbitante, se encuentra siempre por encima o por debajo de los rasgos acordados a lo que los imbéciles llaman belleza ideal. ¿Qué poder los destruye? La pasión. Toda pasión, a ....., se resume con estas dos palabras: oro y placer. "
Fragmentos del libro La chica los ojos de oro, de Honoré de Balzac. Edicions de 1984. Colección Bolsillo.
* Allí donde hay puntos suspensivos en el original se refería a la ciudad de París.
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