Claret Serrahima/Oscar Guayabero. Versión extensiva del artículo publicado en el Avui (4 de Enero de 2010)
No es la primera, ni seguramente la última vez que alguien lo pide, lo han hecho entidades sociales, intelectuales, asociaciones de vecinos, artistas y cronistas de la ciudad, e incluso el propio ayuntamiento, sin embargo quizás hay que volver a hacerlo: ¡Recuperemos las Ramblas!
Hace unos meses decíamos Adiós Barcelona (Avui, 20 de julio de 2010) cuando vimos en que se habían convertido las paradas de los pajareros. Ahora, una vez se han oído voces críticas desde todas las esferas sociales, el ayuntamiento parece que rectificará y sacará definitivamente los desafortunados quioscos. Malogrado el dinero público de la operación pero sea bienvenida la rectificación. No es un paso atrás sino un salto adelante. En las Ramblas hay que sacar más que poner y en todo caso hay que hacer operaciones de acupuntura más que de cirugía. Ya lo decía Itziar González cuando era concejal de Ciutat Vella "tareas humildes, alejadas de las grandes transformaciones, que cuentan con pequeños presupuestos pero son más que suficientes para evitar el deterioro del espacio". En aquel artículo decíamos que perder las Ramblas es perder Barcelona. Quizás ahora hay que hacer un último intento de recuperar las Ramblas y desde allí recuperar Barcelona. Y la manera de recuperarla es, precisamente, no haciendo más que haciendo. Quizá para ser modernos tenemos que mantener más que cambiar.
Este accidente geográfico, riera, frontera y muralla. Paseo, prostíbulo y pasarela de abrigos de visón. Escenario de bombas anarquistas y de Ocañas libertarios. Lugar de lucha sindical y de procesiones beatas, de correfocs y cabezudos, de turistas y carteristas, de celebraciones del Barça. Ahora la quieren hacer patrimonio de la Humanidad. Pero ojalá no la quieran hacer tienda de recuerdos toda ella, porque dejará de ser algo digno de recordar.
Ahora bien, el primer y más importante es que volvamos a tener ganas de ramblear. Nosotros lo hemos hecho durante unos días. Por la mañana con la gente corriendo hacia el trabajo, porque las Ramblas es un lugar donde mucha gente trabaja. Hemos visto la eclosión de turistas y las respectivas estatuas humanas cuando el sol ya es vivo. Hemos visto la gente comprando en la Boquería, más allá de los malditos tapers de fruta cortada, porque la Boqueria sigue siendo un mercado y los que venden quieren que sea un mercado vivo, no una escenografía donde hacen de atrezzo. Hemos visto, a media tarde, los que hacen caricaturas cada vez más y cada vez con menos gracia. Hemos visto grupos, casi manadas de jóvenes buscando juerga al caer la noche. Hemos visto como cierran las tiendas, pocas, y como las Ramblas siguen hirviendo de actividad hasta que al amanecer, cuando se retiran los afortunados y los listos y quedan los que aún esperan triunfar esa noche que ya no es, mojados por las mangueras.
Después de estar allí que podemos decir que no nos la merecemos. Tenemos el paseo más singular del Mediterráneo y lo dejamos perder por cuatro cuartos mal contados. Y en vez de quejarnos hemos pensado en hacer propuestas. Quizá no serán acertadas, no somos expertos, pero amamos las Ramblas y las queremos recuperar, por lo tanto, aquí van algunas ideas:
La Ramblas es, por encima de todo, un lugar de vida pero también de cultura. Tenemos el Liceu y el Principal, el Poliorama y el Club Capitol. ¿Para cuando un festival de teatro de Las Ramblas? Tenemos tres centros culturales La Virreina, El palau Moja y Arts Santa Mònica, tenemos unos museos tan singulares como el de la Erótica o el de Cera. En las ramblas están las sedes de las dos entidades que gestionan la cultura de la ciudad y del país. ¿Pensar en programaciones coordinadas sería demasiado pedir? Las Ramblas también es la arteria de un mundo cultural y social de primer orden: el Ateneu, el FAD, el MACBA, el CCCB, la Biblioteca de Cataluña, la Escola Massana, la futura Filmoteca, etc.
No hay que hacer más concursos para pérgolas o pavimentos, hay que hacer cultura y la gente vendrá. En todo caso, si hace falta algo, es hacer más fluido el paso de los peatones. Librar la parte central del paseo de las terrazas. No todas, sólo las que impiden los caminos naturales de los usuarios. Pero, de verdad, que no se gasten el dinero en un nuevo modelo de toldos o sombrillas, los que hay están bien. No necesitamos diseño epidérmico sino diseñar estrategias.
El tráfico rodado es otro tema que periódicamente se revisa. Tiene difícil solución. La instalación, equivocada, de dos parkings en la parte del gótico y el acceso al Rabal al otro lado, hacen difícil cerrarlo al tráfico rodado. En todo caso, se podría habilitar un carril para bicicletas, y primar decididamente el transporte público. Sin embargo, Barcelona ha sido pionera en el tratamiento del espacio público, aquí quizás si que habría un concurso de ideas entre expertos para mejorar, como antes decíamos, el paso transversal de los usuarios.
Restaurantes, una importante librería, comercios singulares a proteger. Del Boadas al Pastis, de la Casa Beethoven a la tienda de Fotografía Arpi, el Café de la ópera, el Glaciar, Casa Gimeno, el Amaya, son comercios que hacen que los barceloneses aún tengamos motivos para bajar las Ramblas. Hay que hacer un estudio en profundidad, un recuento de lugares y de sus necesidades, no los podemos perder, necesitan un tratamiento especial. La Rambla se lo merece.
La necesidad de seguridad es obvia pero la seguridad comienza por que los barceloneses se hagan suyo el espacio. En las Ramblas está el ejemplo: cuando la Pompeu Fabra se instaló, donde ahora está la Escuela Elisava y la Biblioteca del barrio, los estudiantes, sin ordenanzas del civismo, mejoraron el entorno de forma evidente. Es esta la forma cívica de recuperar nuestro paseo haciéndolo público, familiar, vivo. La seguridad se pierde cuando se abandonan los orígenes y cuando abandonamos los orígenes perdemos la identidad.
Pocas cosas de las que decimos se pueden inaugurar, quizás no lucen en la prensa pero es, creemos, justo lo que las Ramblas, es decir, lo que Barcelona, necesita.
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