No quiero buenos pobres, quiero clase trabajadora armada de razones y cabreo que ponga en su sitio a los hipócritas que han llevado el día del Domund en TV3.
Desde la construcción del sistema de clases, más atrás incluso que el establecimiento en las ciudades, la distribución de los recursos siempre ha sido desigual y carente de equidad. Fuera de pequeñas comunidades bajo el que ahora se llama socialismo tribal, siempre ha aparecido una clase dominante y minoritaria y una masa dominada. Muchos han sido los mecanismos para establecer este sistema y entre ellos destaca la idea de "el buen pobre". La religión ha sido básica para adocenar al pueblo con la promesa de que en otra vida, en el paraíso con vírgenes o en el cielo redentor el pobre encontrará la recompensa de haber sido sumiso y obediente mientras otros viven en la opulencia.
Una vez la sociedad occidental ha perdido el miedo al infierno, sistemas de represión violenta han sustituido, en parte, el adoctrinamiento moral. Sin embargo, la violencia, a pesar de puede dejarnos en shock, puede provocar reacciones no deseadas. La ira del pueblo es peligrosa. Por eso el miedo a sufrir la represión debe ir acompañada de complementos psicológicos y morales.
Últimamente en este país, y quizás con otros, aunque desconozco la situación cotidiana es de suponer estrategias similares, se lleva la consolidación del buen pobre. Economistas, políticos y analistas, comentaristas, etc. apelan a la cordura, nos hacen culpables de la situación haciéndonos creer que poco o mucho todos hemos sido banqueros desfalcadores, políticos corruptos, constructores avariciosos, especuladores indecentes. Pero no todo el mundo se cree el cuento de la Caperucita así que se han puesto con todas las ganas a reconvertir los derechos sociales en obras humanitarias. Es una técnica antigua, el rico que acoge al pobre el día de Navidad, la caridad del día del Domund, las mujeres con abrigos de pieles poniendo pegatinas en las puertas de las iglesias con la hucha pertinente, las cenas benéficas de Unicef, etc .
Con la democracia el país, si bien con algunas carencias evidentes, como el derecho a la vivienda, se fue dotando a golpe de presión ciudadana y de intereses sectoriales de herramientas de sustentación social para aquellas personas que la economía de mercado iba dejando inevitablemente en las cunetas. Es obvio que el capitalismo es un sistema efectivo a corto plazo, pero que necesita para subsistir de crisis periódicas que pongan el contador a cero, sean guerras o descalabros financieros. En estas dinámicas en diente de sierra, crecimiento, caída, crecimiento caída, etc. tanto la llamada meritocracia como el sistema de clases genera víctimas propiciatorias. En base a cómo los países tratan a esas personas se puede medir su salud social y democrática. Con este termómetro Estados Unidos siempre figura en la franja baja ya que sus pobres no lo son por circunstancias, mala suerte u origen social (siempre teóricamente) si no porque quieren. El país de las oportunidades rechaza a los desfavorecidos por vagos.
Europa siempre ha tenido una posición a medio camino de la hipocresía y la justicia social. Cuando más conservador el país menos justicia social y más hipocresía caritativa. La derecha no cree que la educación, la sanidad, la cultura, etc sea un derecho universal. Hay que dejar claro que no son servicios públicos sino productos para quien pueda pagarlos. Después ya se crean mecanismos para "ser solidarios". Aquí hay que aclarar que muchas veces la izquierda parlamentaria ha hecho políticas de centro derecha abrazando el neoliberalismo con un fervor obsceno, pero eso no quiere decir que no exista una ideología de izquierda, lo que pasa es que se encuentra muy lejos de las sedes de los partidos . Así que ahora en Cataluña y en España estamos en plena euforia "humanitaria". En primer lugar se desactivan sistemas de contención social: el paro, la sanidad, la ley de dependencia, los subsidios básicos, etc. Acto seguido se hacen campañas donde algunos famosos nos dicen que debemos ser solidarios, optimistas y buenos chicos: "Esto Sólo lo arreglamos entre todos" y la reciente "Somos" son buenos ejemplos. Aquí el pobre ya no tiene derecho a una pensión digna ni a una renta básica sino que por la bondad de los que tienen dinero a espuertas puede optar, si se porta bien, a una limosna. Se están desarrollando todo un abanico de estrategias similares. Las tasas universitarias aumentan de forma injusta y general pero según ellos lo compensan con un mayor número de becas. Un estudiante becado es un asalariado que no protesta. La Universidad deja de ser un espacio de creación y exploración ideológica para ser una factoría de contribuyentes. Hoy TV3 celebra lo que podría ser la guinda del pastel de la hipocresía. Se hace justo cuando más ha recortado el gobierno derechos sociales, subsidios por ley, prestaciones sanitarias (mi padre ayer me decía preocupado que no sabía que haría si tenía que pagar la ambulancia que lo lleva a hacer la diálisis día si día no) . Ninguna iniciativa para abaratar el alquiler, ningún intento de que las entidades bancarias intervenidas pongan sus activos tóxicos, es decir, viviendas vacías al servicio del país que los esta rescatando. Ahora en Madrid, con el apoyo de CiU, hablan de amnistía fiscal para las grandes fortunas. Nada de que la Iglesia pague IBI por su inmenso banco inmobiliario que va mucho más allá de los templos de culto. Ya no hablo de Bankia o Catalunya Caixa que hace mala sangre. Y justo en ese momento la primera y flamante Maratón contra la pobreza y para promocionarla hacen un spot de aquellos tipos Pep Guardiola, una metáfora sencilla y a la vez perversa, faltan sillas para todos y si eres buen chico igual te cae una plegable. Es como lo de levantarse bien temprano y sin reproches. Sobre todo sin reproches, no fuera que las plazas se volvieran a ocupar pidiendo justicia.
Hace sólo unos días se hizo la entrega del Catalán del Año, el locutor Josep Ma Puyal hizo un discurso emocionante. Le dijo al presidente Mas que lo veía un hombre honrado pero solo y le hizo saber que todo el pueblo se tras él. No dijo que entre el pueblo y él hay un muro de Mossos d'Esquadra antidisturbios sin identificación y con ganas de pelea por lo que pueda ser. El discurso, con muchas referencias al humanismo y la solidaridad (el catalán no soy yo, es la señora que no llega a fin de mes, etc.) ha sido retransmitido hasta el aburrimiento, ha dado portadas y titulares. En la misma gala la Plataforma de afectados por la Hipoteca recibió un premio menor, convenientemente descativado como "iniciativa solidaria". El suyo no fue un discurso de bondad sino de justicia. No hablaba de solidaridad sino de leyes que regulen la usura de los bancos. Su discurso no fue retransmitido y en la web de TV3 no se puede ver. Sin embargo, a corrido bastante por la red.
Hoy no veré la Maratón, no porque no crea en que hay que recaudar dinero para paliar los efectos de la crisis entre las clases sociales que más brutalmente las están sufriendo. No la veré porque me puedo imaginar lo "testimonios drámaticos" los "héroes anónimos" los "gestos solidarios". Lo único que podría hacer de este maratón creíble, es que Mas-Cullell saliera diciendo que se han acabado los recortes del sector público, que piensa nacionalizar los banccaixes diversos y evitar los sueldos pornográficos de los altos directivos. Que saliera Bio-Ruiz diciendo que su afiliación al lobby de las clínicas privadas le impide cumplir con el cargo. Que Mas destituyera en directo a Felip Puig por la cantidad de delitos legales y morales que ha cometido o que ha permitido que sus Mossos los cometieran. Entonces la maratón por la pobreza sería real. Que Abertis renunciara a los peajes en aquellas autopistas que llevan pagadas hace 15 años. Que anunciaran que por ley la dación de pago sería una realidad mañana y que Mordor (La Caixa) dejaría de patrocinar los deportes de TV3 para devolver los intereses abusivos que han aplicado desde hace décadas. Pero claro, es que si hicieran todo esto quizá no sería necesaria la Maratón.
Los pobres no deben recibir caridad, sino que las leyes deben impedir que el sistema capitalista genere pobres en cantidades industriales. No es necesario que los cantantes hagan un disco para recaudar donativos, bastaría con que desmonten el tinglado de la SGAE para sonar creíbles. No queremos partidos del Barça por los pobres niños, queremos que los futbolistas paguen los impuestos que corresponden y que los equipos de fútbol paguen hacienda lo que deben. No necesitamos gestos solidarios, queremos justicia social, equidad económica. Que las SICAVS paguen el IVA al 18% y no más limosnas. No necesitamos empresarios benefactores, es necesario que el diferencial entre los altos directivos y los trabajadores de base no siga creciendo exponencialmente. En definitiva, el maratón de la pobreza debería cerrar la bolsa, y volver a una economía productiva en vez de una economía especulativa.
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