Activismo y contracultura

El fracking o las soluciones-problema.

En el ámbito de la energía se cumple aquello de que “suele ser peor el remedio a la enfermedad”. En todos los ciclos de la obtención, manufactura, transporte, distribución y consumo, las energías convencionales, derivadas principalmente de los combustibles fósiles, se generan más problemas que el beneficio económico y social que proporcionan.

 

Un ejemplo clásico es el carbón. Conocido es que por el carbón se pudo iniciar la revolución industrial, pero ya en su obtención con la desaparición de los llamados bosques primitivos por la explotación industrial  de la hulla los efectos negativos son evidentes. Por otro lado, la insalubridad de las personas que están en contacto con el carbón iba desde los mineros que la extraían, hasta los trabajadores que trabajaban en las fábricas, movidas por el vapor que el carbón calentaba, hasta los ciudadanos de las ciudades donde se ubicaban esas fábricas. Las imágenes narradas en “Jack the Ripper” atestiguan esto último. Negar el avance social que supuso la mecanización de los objetos de consumo sería utópico, como intentó el propio Walter Gropius, partiendo de un socialismo militante, pero ignorar la multitud de efectos colaterales de este avance es, no sólo demagógico sino también ideológico. El carbón sentó las bases del capitalismo y la defensa de su uso indiscriminado fue también una opción capitalista, donde sólo cuentan los márgenes de beneficio y la expansión del mercado.

El caso del petróleo no es menos evidente, su extracción, refinado y transporte ha causado alguna de las catástrofes ecológicas más terribles de la historia. En las cuentas de resultados y el precio de mercado no se valoran esos gastos astronómicos, no sólo en términos monetarios sino también en lo que se llama el capital natural. El capital natural es el potencial de la naturaleza que produce un flujo sostenible de valiosos bienes y servicios útiles o renta natural a lo largo del tiempo, teniendo en cuenta su poder y velocidad de recuperación. Las cantidades de capital natural que hemos dilapidado por poder llenar el depósito de nuestro coche o hacer funcionar nuestras fábricas, barcos, aviones, etc. son escalofriantes. Una vez más, ignorar los beneficios que ha aportado el motor de explosión sería ingenuo, pero ignorar sus efectos nocivos es perverso.

Estos días, hemos sabido que se está estudiando la posibilidad de usar un sistema llamado fracking para obtener gas de algunas zonas de Catalunya, concretamente una alrededor de Osona (bautizada como proyecto Leonardo) y otra en las comarcas leridanas de la Segarra y la Noguera (proyecto Darwin). Lo primero es conocer que es el fracking: es un término anglosajón para referirse a la técnica de fracturación hidráulica para la extracción de gas no convencional. Consiste en la extracción de gas natural mediante la fracturación de la roca madre para extraer el gas atrapado en ella. Se utiliza una técnica de perforación mixta: en primer lugar se perfora hasta 5.000 metros en vertical y después se perfora varios kilómetros en horizontal (2 a 5). Entonces se inyecta agua con arena (98%) y una serie de aditivos químicos (2%) a gran presión. Esto hace que la roca se fracture y el gas se libera y asciende a la superficie a través del pozo. El proceso se repite a lo largo de la veta de roca rica en gas.

Sin tener demasiados conocimientos de geología uno ya sospecha que semejante meneo no tiene que ser nada bueno para el medio donde se aplica, pero sólo que busque un poco, aparecen múltiples listados de problemas asociados al fracking en zonas de EEUU donde se lleva aplicando ya hace años: Contaminación de las aguas superficiales y subterráneas, contaminación del aire, afecciones a la salud humana, alteraciones del paisaje y el terreno, contaminación de suelos al cerrar los pozos, riesgo sísmico, son sólo algunos.

Se da la circunstancia de que algunos lugares elegidos están catalogados como PEIN (Parajes de Especial Interés Natural). Pero eso no es lo más relevante, lo verdaderamente importante es que cuantitativamente el fracking no es rentable. Sólo lo es si: a) no se contabiliza en su explotación el capital natural consumido. Sólo con la contaminación de los acuíferos que se extendería hasta el mar, pues las depuradoras no pueden eliminar los más de 500 compuestos químicos venenosos para la salud que se inyectan en la tierra y que pudrirán el agua en todo su recorrido ya resulta una operación deficitaria. b) Las administraciones públicas o bien financian parte de la operación o reducen los gastos burocráticos de permisos o bien colaboran en pedir fondos comunitarios para el desarrollo, etc.

 Otro aspecto derivado y si se quiere anecdótico, pero tremendo, es el alto índice de ocupación de tierra debido a las plataformas de perforación, las zonas de aparcamiento y maniobra para camiones, equipos, instalaciones de procesamiento y transporte de gas, así como las carreteras de acceso

 El problema es que quién explota el gas no se hace cargo de los gastos derivados, ni los de la salud, ni los de la tierra, ni los del agua, ni los del aire. Sólo así resulta rentable. La legislación sobre el tema es dudosa, el Estado francés ha prohibido la práctica del fracking, el Parlamento Europeo desaconseja en un informe el fracking, por ser demostradamente nocivo para el medioambiente y la salud de las personas y aquí se exige una fianza de restauración y garantías monetarias de responsabilidad ambiental. Pero ¿como se puede cuantificar el alcance de las perdidas del medio ambiente si estas pueden extenderse en varias generaciones? Las escalas en las que se mide ese impacto ambiental estas hechas a la medida de las necesidades de las empresas. No en vano, muchos de los políticos retirados, están en consejos de administración o trabajan como asesores de empresas energéticas. Ese lobby tiene suficiente poder para doblegar cualquier legislación.

Y así llegamos al núcleo del problema. ¿Que aportará ese gas que se consiga? Calentar hogares, poder cocinar, alimentar calderas y turbinas de industrias, etc. Es indudable que hay que tener en cuenta esos beneficios. Pero hay que valorar si esos servicios se pueden ofrecer con un coste ambiental más bajo. Si no es así, adelante, mis bendiciones para el fracking, el mundo es un espacio en constate mutación por la acción humana y nos tendremos que acostumbrar a estas nuevas condiciones. Pero se puede conseguir calentar las casas y cocinar con energía solar y alimentar las industrias con energía eléctrica obtenida por energías renovables ya sea insitu, que siempre es mejor o en plantas especificas. Si todo eso es posible, los permisos para iniciar estas prospecciones y perforaciones deberían ser ilícitos, tanto moral, política como legalmente hablando.

Como no es probable que el gobierno de la Generalitat aplique esta lógica, que por otro lado, incluso en términos económicos (a largo plazo) es de sentido común, será la sociedad civil la que, como de costumbre, tenga que recordar a sus gobernantes que son sólo gestores temporales de nuestros impuestos y nuestro territorio y que en la balanza de su gestión no puede esconderse los gastos medioambientales derivados de sus acciones o de las acciones consentidas por ellos. Y la crisis no puede ser una excusa, porque los gastos económicos derivados del fracking irán a parar al déficit público, que ya lo tenemos suficientemente maltrecho y en cambio los beneficios a una empresa privada. Alrededor de estos procesos suele haber una gran opacidad. En este caso, el gobierno central decidió por decreto que se debía buscar gas mediante el fracking en todo el Pirineo, la Generalitat sólo hecho de comparsa. Para las prospecciones, están litigando varias empresas con contactos en partidos políticos. Una de ellas es una empresa inglesa, su propietario aparece en la lista Forbes y es responsable de la extracción de gas y petróleo en otros lugares del mundo entre ellos el mar del Norte.

Ya hay varias plataformas en marcha: Plataforma Aturem el Fracking (PAF), http://riudauranofracking.wordpress.com, etc.

 

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