Ni en las peores distopías literarias hubiéramos leído algo tan absurdo como una legislación de desincentive el uso de una energía renovable estando como estamos a las puertas de una crisis energética de consecuencias imprevisibles.
Si uno analiza los avances tecnológicos de la historia y los cambios sociales que estos han producido parece obvio que la técnica siempre va por delante de la moral, la ética o la política. Si uno analiza la ficción que se basa en la ciencia, que no siempre es ciencia-ficción, parece que la literatura va siempre por delante de la tecnología. Así que si queremos saber como será el futuro hay que leer más ficción, alguna revista científica algo menos de ensayo y casi nada de análisis político.
Dejando esto claro, la realidad de hoy, es la que es. Si bien es cierto que los políticos siempre quieren vendernos que el mañana será hoy mañana mismo, suele pasar que su hoy es más ayer que otra cosa. El último ejemplo de su retropasado, que nos quieren vender como un mañana mejor, cuando no llega ni a un ayer regular, es el decreto ley sobre el autoconsumo eléctrico que el gobierno del PP quiere aprobar en breve.
Ni en las peores distopías literarias hubiéramos leído algo tan absurdo como una legislación de desincentive el uso de una energía renovable estando como estamos a las puertas de una crisis energética de consecuencias imprevisibles. La crisis financiera no podrá ralentizar por mucho más el punto de no retorno del uso de los combustibles fósiles. La idea de que la energía que se pueda generar con placas solares del terrado, tejado o huerto solar salga más cara para quien la produce que la energía eléctrica producida por centrales térmicas, nucleares, hidroeléctricas a kilómetros de distancia es tan delirante que parece sacado de un mal cómic de dictadores malvados en planetas lejanos.
Bien es cierto que no es la primera vez que los políticos, por intereses de corto alcance histórico y gran rentabilidad personal, plantean leyes que intentar poner freno a tecnologías horizontales. Internet es quizás el mejor ejemplo.
Jeremy Rifkin, teorizó hace años sobre la energía distributiva, fue algunos años antes de que la tecnología hiciera posible la obtención al por menor de energía por sistemas fotovoltaicos o eólicos a precios razonables. "El ocaso de la era del petróleo que vivimos se prolongará, como mucho, hasta 2030. Solo cabe apostar por la generación de energía a partir del sol, el aire, la basura o la fuerza del mar; por las pilas de hidrógeno como mecanismo para almacenarla; y por un modelo de gestión distributiva que permita a los usuarios tomar o inyectar energía a una red inteligente de acuerdo con sus necesidades”.
Eso fue años después de que un pseudoingeniero y escritor de ciencias futuribles como fue Buckminster Fuller escribiera “Manual operativo de la Nave Espacial Tierra”. En ese libro afirma que en esa nave no hay pasajeros, si no que todos somos tripulantes y en esa responsabilidad incluye la obtención de energía. Fuller decía, ya en 1969 que, para lograr la supervivencia de la humanidad, erradicando la pobreza y el hambre, hay que pensar en conjunto. Todos formamos parte de la nave. Este reto implicaba una revolución en el diseño y en la innovación, un replanteamiento en la manera en que las sociedades hacen uso de sus recursos naturales para guiar a nuestra "Nave Espacial Tierra" hacia un futuro sostenible.
La manera que el PP, imagino con el beneplácito del PSOE y el silencio del PNV y CIU, está intentando que las compañías eléctricas sigan teniendo pingües beneficios a pesar de las millonarias subvenciones públicas que reciben, es tan burda, tan de trazo grueso que ha hecho sonrojar incluso a gobiernos tan poco “progues” como el alemán. Es de una obscenidad impúdica, no en vano la puerta giratoria entre la política y los consejos de administración de las eléctricas, es de las más activas con presencia de expresidentes del país y exministros. Los consejeros de las eléctricas se han repartido más de 180 millones desde el inicio de la crisis. Desde 2008, los miembros de los consejos de administración de Iberdrola y Endesa han cobrado, respectivamente, 67 millones de euros, y los de Gas Natural-Fenosa, otros 45,8 millones. En ese periodo, las empresas han ganado más de 42.000 millones de euros. La retribución de los vocales no ejecutivos ha ascendido a más de 54 millones entre 2008 y 2012. De algún sitio han de salir tantos millones.
Las trabas al autoconsumo eléctrico que propone la reforma energética son tan impopulares que cada vez son más las voces que advierten que esta nueva normativa provocará una desobediencia civil a gran escala, tal y como destaca Forbes. “Los españoles simplemente decidirán no cumplir la ley”, apunta la revista estadounidense.
El denominado "peaje de respaldo" es un nuevo impuesto que se introduce siguiendo el razonamiento de que mientras el consumidor está conectado a la red eléctrica, se beneficia del respaldo que le ofrece esta red "aun cuando esté consumiendo electricidad producida por su instalación de generación asociada". El resultado es que autoconsumir energía sale un 27% más caro que comprarla a la red. Hablo del precio económico del kilowatio, no del coste ecológico, que a todas luces es infinitamente superior en el caso de sistemas no renovables.
Al margen de eso, estaría bien saber el precio real (en términos de producción) del kilowatio. En estos cinco años y medio de crisis, la economía española se ha hundido, el recibo de la luz ha subido más de un 50% y el beneficio acumulado por esas empresas ha superado los 44.000 millones de euros mientras el ya famoso déficit de tarifa eléctrico ha continuado su escalada.
Y ante esta situación ¿como podemos actuar? Siguiendo con la introducción:
Si yo fuera un escritor de ciencia y de ficción, aunque no necesariamente en ese orden, dejaría de escribir sobre tecnologías de democratizan la obtención de la energía y me pondría a escribir sobre sistemas sociales y políticos. Hemos de empezar a imaginar sistemas de organización social en la ficción, para que luego los “tecnócratas” de la política empiecen a “crearlos”, los analistas los puedan teorizar y finalmente los políticos los hayan de aplicar.
Si yo fuera ingeniero o inventor o científico, dejaría de trabajar en mejorar los sistemas de las placas solares o de microgeneradores eólicos y me centraría en sistemas de pirateo de la red eléctrica. En sistemas de camuflaje y uso clandestino de microcentrales de obtención de energía por sistemas renovables. Pensaría en sistemas de disuasión para inspectores. En maneras de puentear los contadores, en kits para que la gente se pueda hacer su propia luz, como se destila su propio alcohol en alambiques caseros.
Pero resulta que lo que soy es algo parecido a un observador de la realidad, un teórico de lo existente, vamos, un mirón que le gusta hablar más de la cuenta. Así que por eso escribo este texto.
http://www.guayabero.net/publicaciones/articulos/activismo-y-contracultura/articulo/ciencia-ficcion-y-consejos-de-administracion.html